miércoles, 8 de junio de 2016

El efecto Carrington y su impacto sobre el escenario tecnológico actual

El panorama tecnológico actual en el que vivimos está marcado por una gran producción de medios y recursos tecnológicos que van saliendo al mercado día a día y que pareciera que es infinita y en muchos casos nos es difícil llevar ese ritmo vertiginoso de innovaciones técnicas y aún más adaptarnos a ellas. Compartimos un mundo dominado por la tecnología y eso ha producido una cotidianeidad tecnológica constituida por hábitos determinados que repetimos rutinariamente sin darnos cuerda pero que constituyen rituales casi sagrados como revisar la bandeja de entrada del correo, contestar correos, revisar redes sociales, etc. Son actividades que de no hacerlas nos hace sentir que nos falta algo, una suerte de vacío en nuestra rutina diaria. Ese estado de acostumbramiento al que estamos habituados y el cual es un conjunto de conductas aprendidas por el uso de las tecnologías y que nos coloca en una posición de dependencia a ellas y que de cierta forma genera en los individuos una sensación de intolerancia a la desconexión y a la falta de acceso a internet y a los dispositivos tecnológicos. En ciertos casos, una sensación de ansiedad e intranquilidad constantes. En este estado de cosas, cabe plantear la siguiente pregunta: ¿los usuarios habituales de internet se encuentran preparados para la desconexión? ¿Y si esa desconexión no es de minutos, horas ni días sino que se produjera una desconexión global y permanente a nivel global? ¿Qué efectos ejercería sobre los seres humanos ese estado hipotético? Es preciso plantearnos estas interrogantes pues esa situación hipotética de desconexión no representa algo lejano e improbable. Si revisamos la historia nos encontraremos con un hecho que marcó un antes y después en la historia de los fenómenos atmosféricos. Fue con exactitud en el año 1859 (1 de septiembre de 1859) a las 11: 23 am que se produjo una tormenta solar, considerada como la mayor tormenta solar de la historia. El inglés Richard Carrington tenía apuntando su telescopio apuntando al sol y en esa mañana soleada del 1 de septiembre observó un pequeño grupo de manchas (dos gotas de luz blanca que se presentaba en la superficie solar) que desaparecieron en el minuto siguiente y de desvanecieron. A la mañana siguiente, se evidenciaron auroras en el cielo en zonas ecuatoriales que en algunas zonas eran tan luminosas que las personas podían leer en plena noche. Este fenómeno hasta entonces desconocido por la humanidad y que causó grandes efectos en las conexiones eléctrícas de entonces colapsando los servicios de suministro eléctrico y produjo en consecuencia un apagón energético en diferentes zonas geográficas es cada vez más probable que vuelva a producirse y en estos tiempos de extrema dependencia de las redes de conexión eléctrica científicos y expertos señalan que los efectos que se produzcan en la actualidad serían catastróficos para la humanidad pues a diferencia del año que se produjo por primera vez la tormenta las conexiones electricas no eran tan extensas como las que tenemos ahora en la actualidad. No es por ello raro que ya hace unos años atrás se viene de alguna forma preparando a la población mundial a poder asimilar la posibilidad real que este fenómeno vuelva a suscitarse nuevamente. Las famosas campañas de ahorro energético "Apagón mundial" si bien es cierto se ha promocionado con el eslogan de crear conciencia para que los individuos habitantes del planeta utilicen de manera más racional la energía que se dice que cada día es más escasa, la razón más poderosa es la que se encuentra vinculada al hecho de la posibilidad real de que el efecto Carrington vuelva a producirse y de esa manera los científicos entre ellos, astrónomos y físicos determinen los impactos posibles en la humanidad y sobre los territorios del orbe. No es para nadie un secreto que las últimas fallas de los sistemas informáticos y de los servidores los últimos cinco años se debe a este ciclo natural que tiene la atmósfera de efectuar cambios en la estructura del sol y estos fenómenos al igual que ocurre con los cometas o los meteoritos forman parte de un conjunto de cambios en la morfología de la galaxia exterior y de las partículas desprendidas en cada movimiento de rotación del sol y de los planetas. Los científicos de la NASA, la agencia rusa, china y europea vienen trabajando en ello para poder "predecir" si cabe el término, el siguiente evento de este tipo. En este caso estaríamos hablando de la segunda tormenta solar que se prevé como un fenómeno con efectos más agresivos que el primero sobre todo en los medios tecnológicos informáticos y comunicativos de todo el mundo.

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